Cómo dejar de fumar
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Dejar de fumar es uno de los objetivos que más personas se plantean de cara al futuro dentro del ámbito de la salud, sin embargo pocas personas logran realmente cesar el consumo de tabaco de forma estable a largo plazo debido a las consecuencias de la dependencia física ciertas sustancias. ¿Eres fumador/a? ¿Te gustaría dejarlo? ¿Lo has intentado recientemente? Si es así, sabrás que puede ser un proceso especialmente duro.
A día de hoy no queda duda de los riesgos del tabaquismo y los efectos nocivos que tiene fumar sobre nuestra salud y la de las personas de nuestro entorno, así como de las ventajas en salud, dinero y personas cercanas. Sin embargo, el hecho de que tanto sus consecuencias negativas como los beneficios de las mejorías sean mayoritariamente a largo plazo, hace más complicado mantenerse en la senda de recuperar la salud y el bienestar cuando se siente la dependencia y malestar presentes a corto plazo.
Consejos para dejar de fumar
Los anuncios y propuestas de dejar de fumar sin pasarlo mal, son por su naturaleza falsos, y pueden ser contraproducentes, pues al no incluir este “pasarlo mal” en el proceso, observamos que mucha gente se retira porqué “lo estoy pasando mal, no me siento bien”, “cuando me sienta con más fuerzas lo dejaré”.
Lo cierto, es que es un proceso que genera malestar debido a los periodos de abstinencia, y nuestra ayuda psicológica se centrará precisamente en en hacer esta etapa lo más llevadera posible, de modo que la persona pueda permanecer en su decisión de dejar de fumar conectando con los efectos a largo plazo, aun en presencia de etapas iniciales desagradables.
Dejar de fumar implica dejar de darle a nuestro organismo una serie de sustancias a las que se había habituado, y que nos va a reclamar. No se debe olvidar que se trata de una adicción y más allá de las asociaciones psicológicas que podamos haber generado, con el café, tomar una cerveza con los amigos… Hay también una dependencia física, que probablemente suponga un periodo de abstinencia.
Una de las funciones de nuestra mente es la supervivencia y la evitación del malestar. Se da la paradoja de que la abstinencia es un foco de malestar y nuestra mente puede tratar de aliviarlo con algunas trampas mentales.
- Todavía tengo tiempo, lo dejaré cuando cumpla X años / termine los estudios / tenga hijos, etc.
- Llevo mucho tiempo fumando, mejor dejarlo poco a poco e ir bajando la cantidad.
- Seré solo fumador social, de noche, en fiestas…
- Estoy dejando de fumar y lo llevo bien, pero hoy ha sido un día muy duro y me irá bien un cigarro, mañana sigo con el plan.
- Por un cigarro no pasa nada.
- Tengo mareos por la abstinencia, necesito fumar porqué esto es ya una causa mayor.
- Me estoy volviendo loco, necesito fumar porqué prefiero fumar que volverme loco.
- En realidad tampoco quiero dejar de fumar, me gusta.
- Desde que no fumo estoy muy irritable, me pongo nervioso con facilidad… es peor eso que fumar, en estos momentos no me puedo permitir estar irritable ni nervioso. Así que mejor vuelvo a fumar.
Es importante tener claro el objetivo, la elección de dejar de fumar, y tenerla presente cuando se presenten algunas trampas que podemos hacernos a nosotros mismos y propiciar una recaída.
Ayuda para dejar de fumar
Dicho de otro modo, ayudamos a la persona fumadora que quiere dejar de fumar a que pueda elegir ella la dirección de sus actos y el control de lo que hace, en lugar de ceder su capacidad de decisión a pensamientos, sensaciones, emociones… Molestas, que por su esencia son transitorias y tienen fecha de caducidad.
La mayoría de recaídas al dejar de fumar se deben a que la persona termina cediendo, o creyéndose algún tipo de pensamiento, emoción… y actuar priorizándolo dejando su objetivo en segundo plano.
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