Problemas de impulsividad
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Hablamos de problemas de impulsividad o falta de autocontrol cuando la persona se siente incapaz de resistir un impulso que le lleva a realizar una acción que deriva en consecuencias negativas.
Desarrollar estrategias efectivas de autocontrol por lo tanto implicaría dotar a la persona de capacidad para ser dueña de sí misma, de poder elegir la actitud y manera de actuar que se quiere adoptar en cada situación. Ello permitirá a la persona actuar en base a sus intereses y lo importante para ella, atendiendo a las consecuencias a corto y largo plazo que pueden tener los propios actos.
La persona con problemas de autocontrol o impulsividad siente que no puede controlar voluntariamente ciertas sensaciones, a menudo experimentadas como tensión interna, nerviosismo o activación fisiológica, que encuentran alivio una vez se realiza la conducta problemática.
Esta incapacidad de control puede suponer adicionalmente una baja autoestima, sentimiento de culpa o vergüenza. Al mismo tiempo, suele suceder que estas personas para evitar momentos desagradables de descontrol o el malestar de sentir que no logran controlar su comportamiento decidan evitar situaciones, lo que puede interferir de diferentes maneras en su calidad de vida.
Es habitual que los comportamientos problemáticos sean consecuencia de una falta de autocontrol emocional o de pensamientos que se experimentan de manera aversiva. Existe la creencia en nuestra sociedad de que las personas podemos controlar nuestros pensamientos y emociones de forma deliberada, y que las emociones son causas de nuestro comportamiento. Frases como “no estés triste” o “le golpeé porqué estaba furioso” dan a entender estas dos ideas.
Sin embargo, la evidencia empírica probada en multitud de estudios indica que parece poco probable, o en muchos casos no es posible elegir tener pensamientos y emociones agradables o eliminar las desagradables según nuestra voluntad. Se puede probar con un breve experimento como el tratar de, en este preciso instante, sentirse eufóricamente feliz, y tras 30 segundos pasar a estar extremadamente triste, o perdidamente enamorado de la primera persona que nos encontramos por la calle.
Dicho esto, parece que las personas no siempre podemos elegir qué sentir o pensar. Por otro lado, la buena noticia es que no estamos obligados a actuar en base a lo que pensamos o sentimos, el ser humano tiene libertad de elegir cómo quiere comportarse en cada situación, siendo dueño de sus pensamientos y emociones, y no al revés, y es lo que en Activital buscamos fortalecer en las personas que acuden a terapia por problemas de autocontrol.
Problemas de autocontrol
Los problemas debidos a la falta de autocontrol e impulsividad son muy comunes. Las señales de que puede haber problemas en este sentido pueden ser muchas y variadas: Impaciencia, actitudes y comportamientos agresivos, dificultad para resistirse a la tentación, pensamientos en bucle con “efecto bola de nieve”, dificultad para pensar en las consecuencias a largo plazo de lo que se hace o dice, etcétera.
Derivados de problemas de autocontrol existen diferentes tipos de trastornos del control de impulsos. Las sensaciones que disparan la impulsividad, así como la conducta impulsiva que no se logra controlar, pueden adoptar muchas formas distintas. Algunos de los problemas de autocontrol más comunes son los siguientes:
- Tricotilomania: La persona siente una tensión física y emocional que le lleva a realizar conductas de arrancarse el pelo de manera persistente.
- Piromanía: La persona siente alivio y gratificación al observar o iniciar un fuego, de modo que provoca incendios de forma deliberada.
- Ingesta compulsiva: Con la finalidad de regular ciertas sensaciones y emociones que generan malestar, la persona desarrolla un patrón de conducta basado en la ingesta descontrolada, sintiendo dificultad para controlar su tendencia a comer y/o beber.
- Juego patológico: De manera similar a la ingesta, la persona busca en el juego una forma de regulación emocional. La persona juega de manera recurrente y persistente perjudicándole ello en otras áreas importantes de su vida.
Si bien estas son algunas etiquetas diagnósticas relacionadas con la impulsividad, quizás las más vistosas, los problemas de impulsividad son cotidianos y parte de la experiencia humana. Lo recomendable o no que pueda ser acudir a un psicólogo para tratar la impulsividad dependerá más bien de la manera en que esta falta de autocontrol interfiere en la calidad de vida, en ser la persona que se quiere ser, y en tener las relaciones familiares, de pareja, amistad, que se desea tener.
Tratamiento de la impulsividad
El tratamiento de la impulsividad irá orientado a que la persona pueda elegir libremente cómo quiere actuar en base a lo importante para ella, con vistas a largo plazo. Es habitual actuar en base a lo que pensamos o sentimos en un momento dado, si bien esto puede tener consecuencias destructivas para nosotros mismos. A través de la terapia para ayudar a ganar autocontrol se orienta la psicoterapia para que la persona adquiera habilidades de gestión de lo que puede notar por dentro (pensamientos, emociones…) y por fuera y elegir libremente cómo responder a esa situación. Elegir con autocontrol emocional entendido como ser dueño de las propias emociones y no al revés, sin dejarse llevar por la impulsividad y atendiendo a qué manera de responder hará la vida mejor a la persona.
Para ello, se desarrollan técnicas de gestión emocional, estrategias de resolución de conflictos y habilidades comunicativas, y técnicas conductuales, así como facilitar la capacidad de ver la situación con perspectiva, analizar beneficios y costes de posibles maneras de responder en un momento determinado, consecuencias futuras, y elegir la opción más acertada.
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