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Buenos días Activitólogos! Hoy vamos a repasar un caso paradigmático de Burnout; si, ya sabéis, el síndrome de “estar quemado”, que se caracteriza por una respuesta prolongada al estrés que acaba produciendo malestar al individuo, llevándolo incluso a abandonar finalmente la práctica del deporte, trabajo o actividad que produce dicho estrés.

Pues bien, en mayo del 2016, un ex canterano del Real Madrid, Ignacio Martín, decidió publicar en Internet su experiencia en “La Fábrica”, nombre con el que se conoce la cantera del equipo blanco.

En su publicación, Ignacio describía con pelos y señales cómo de complicado le resultó sobrevivir a la experiencia; alimentación pobre, muy poca tutorización, batallas de egos, largas horas subido a un autobús seguidas de aún más largas horas de entrenamiento, llegar a su residencia a las 22.00 hrs de la noche, estudiar algo si aún se tienen fuerzas, dormir, y volver a empezar. Todo ello claro, estando a kilómetros de su entorno, pues Ignacio es Tinerfeño y su paso por la capital, lo realizó alejado de su familia.

Evidentemente, todo lo antes mencionado bien aderezado de una disciplina férrea, totalmente necesaria para poder llegar a la élite, mucho sacrificio y unas dosis de estrés casi insostenibles para chavales de 15 años.

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La presión

Y es que todo el sistema, como es normal en la mayoría de clubs de élite, se basaba en resultados. El presidente siente la presión de obtener buenos resultados, en todos los ámbitos del club, para poder continuar su mandato, y esta presión, como es normal, la redirige a todos los estamentos del club. Entre ellos, el responsable del fútbol base o formativo, que a su vez, transmite dicha presión a sus coordinadores y entrenadores, dejando bien claro los resultados que se esperan.

Éstos a su vez, lo transmiten a sus jugadores. Les dejan bien claro que si no se esfuerzan al 200% en cada entreno y partido, dejándose todo en el campo, cometiendo los mínimos errores, no podrán continuar su carrera en uno de los mejores clubes del mundo. “Cada entrenamiento era extremadamente exigente. Muchas veces, un pase fuera de lugar aquí o allí se criticaba o provocaba un silencio en el campo; un mal desplazamiento, un fallo en la colocación o un ejercicio mal acabado se castigaba con la notable desaprobación de los entrenadores y de los preparadores físicos”.

A todo esto, hay que sumar lo que pasa por la cabeza del futbolista. “Porque uno se encuentra entre la espada y la pared cuando no quiere decepcionar a su familia y mucho menos a su padre, pero al mismo tiempo no aguanta allí ni un minuto más.” Ignacio explica que cada mañana sentía que se tenía que reinventar y concienciarse a si mismo de que el entrenamiento o el partido iba a salir bien. Le costaba horrores saltar al campo.

El desenlace

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El sentimiento de que uno se encuentra sobre el filo de la navaja, en una situación precaria para su permanencia en el club, hace que cada fallo, cada expresión de decepción, cada lesión, mine su autoestima. “Lo peor de todo esto es cuando te encuentras en una situación en la que se te evalúa continuamente y que te cuesta un mundo afrontar por falta de autoestima y confianza”. Viendo lo visto, es normal que se acabe viviendo una experiencia así, como un infierno.

Ignacio Martin tuvo la suerte de, después de haber realizado la pretemporada del año 2008-2009 con el juvenil C del Real Madrid, ser descartado del equipo y, pese a todo lo vivido, volver a su tierra natal en Tenerife, y seguir jugando a fútbol.

Pero hay muchos otros que no tienen tanta suerte y acaban abandonando la práctica deportiva por la cual han sufrido tanto y a la que han dedicado tantas horas de su vida, adquiriendo auténtica animadversión por ése deporte.

Para reflexionar

Éste es sólo uno de los muchos casos que se dan, en grandes y no tan grandes equipos, de todos los deportes. Es responsabilidad de todos el brindar a nuestros jóvenes un crecimiento adaptativo y sano, sean cuales sean sus condiciones de desarrollo. El deporte de élite no puede ser una excusa para hacer pasar a chavales de 15 años auténticos infiernos, pues de todos los jóvenes que pasan por las inferiores de los grandes clubes españoles, se calcula que sólo alrededor del 1% llega a la élite.

Se han empezado a implantar diversas y muy interesantes iniciativas a nivel formativo en algunas entidades deportivas orientadas al correcto desarrollo mental del deportista, en todos los ámbitos de su vida; tanto el deportivo, como el personal o el educativo, éste último uno de los grandes olvidados en la mayoría de canteras de medio mundo.

El trabajo en valores, en auto-observarse a uno mismo para saber que es lo que realmente importa en la vida de uno y cuál es el camino para conseguirlo, ha de ser un paso básico en la vida de estos jóvenes deportistas. Ellos, junto a su entorno más cercano, han de ser los protagonistas de su vida, adquiriendo la capacidad de decidir sobre su futuro en todo momento. Deben estar preparados para el devenir de sus vidas, se dé este o no en el deporte de alta competición.

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