Elegir VS Decidir: caminando hacia nuestros valores
Desde la perspectiva ACT, la distinción entre elección VS decisión es crítica para poder llegar a actuar en función de lo que realmente nos importa (si al leer estas últimas palabras, has pensado en “valores”, vas por el buen camino).
En nuestro día a día, muy pocas veces somos conscientes de los procesos mentales que rigen nuestras vidas, y mucho menos de la cantidad de alternativas que contemplamos cada vez que realizamos una acción. El proceso que realizamos, el camino que seguimos para acabar haciendo lo que hacemos, define quienes somos. ¿No te extraña que algo tan importante en nuestra vida, reciba tan poca atención por nuestra parte?
Decisión
La decisión se caracteriza como una selección entre alternativas que se realiza por razones. Algunos ejemplos de decisiones mundanas que llevamos a cabo en nuestro día a día sin darnos cuenta serían: movemos el interruptor de la luz para que la habitación se ilumine; decidimos ducharnos con agua caliente para no pasar frío; nos sentamos en el sofá antes que en la silla para estar más cómodos, etc…
Elección
Una elección, por otro lado, se definiría como una selección entre alternativas que se hace con razones, pero no por razones. Tal sería el caso cuando decidimos salir a pasear por el parque cuando queremos, aunque no haya razones especificas que justifiquen el paseo en sí. Lo mismo pasa en el caso de establecer y mantener una relación con otra persona: podemos mantenerla sin que tenga que haber una razón especifica que lo justifique. Son elecciones con razones, pero no por ellas.
Dónde esta el truco
Muy bien. Ahora sabemos la diferencia entre elección y decisión. Pero muchos de vosotros os estaréis preguntando… ¿y qué? Pues bien, cuando los valores son algo externo a la persona, cuando no están identificados y no actuamos en función a ellos, lo que se valora de forma activa se convierte en una decisión basada en aquello que este presionándonos en un momento dado. Por ejemplo, si estamos a punto de ser promocionados en el trabajo, al valorar lo que supone, nos activamos y hacemos algo en una u otra dirección. Si las calles de nuestra ciudad están llenas de refugiados y emprendemos alguna acción, en esa misma acción esta lo que valoramos. Esta manera de funcionar, coloca gran parte del control existente en la vida de una persona en las vicisitudes del mundo y en la circunstancias en que dicho control se da.
La clave está en aprender la capacidad de encarar nuestras reacciones sin tener que evitarlas o minimizarlas, siendo flexibles psicológicamente. De esta manera, entraremos en disposición de elegir lo que valoramos activamente. La elección viene cuando admitimos la multiplicidad de cosas que nos mueven y conmueven emocionalmente y podemos hacer esa elección incluso cuando las razones para hacer cualquier otra elección puedan tener mayor peso. Se trata de hacer relevante que se puede elegir “porque sí”, es decir, porque uno quiere, sin necesidad de argumentar o incluso con razones de peso distintas y contrarias a lo que uno ha decidido, relativizando así el valor de las razones que damos como producto de nuestra reflexión.
Al final, delante de la pregunta ¿Porqué?, la única respuesta posible debería ser “porque yo así lo elegí”.
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Información extraída de: G. Wilson y M. Luciano (2007) Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): Un tratamiento conductual orientado a los valores.
Imágenes: Pixabay.com

Joan Rullan Pou
Psicólogo experto en Terapias Contextuales. Apasionado del desarrollo científico en Psicología. Si te sientes identificado con nuestros artículos, no dudes en contactarnos.
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