Cuáles son los trastornos emocionales y de conducta en niños
Los trastornos emocionales y de conducta en niños pueden suponer problemas importantes, tanto para los propios pequeños como para la convivencia familiar. En este artículo ayudaremos a diferenciar los tipos de problemas de comportamiento y problemas psicológicos en la infancia.
En ocasiones, pueden ser fruto de una situación puntual pero, en otras, se trata de algo más duradero, donde la información permitirá a los padres ayudar a sus hijos de la mejor manera.
¿Cuándo debemos considerar que es un trastorno emocional?
Indice
Los conflictos afectivos, en general, pueden ser considerados como normales en la infancia ya que cuánto más pequeño es el niño más vive sus emociones intensamente, pues todavía no ha aprendido a manejarlas como hacemos los adultos, y pueden pasar con cierta facilidad y rapidez de una emoción a otra bien distinta.
No hay que confundir los conflictos habituales con las respuestas de los trastornos emocionales, que son: respuestas afectivas desproporcionadas respecto al estímulo que las provoca y/o demasiado perdurables, persistentes a lo largo del tiempo.
Los miedos infantiles
Los miedos son emociones que tienen carácter adaptativo ante amenazas reales o imaginadas, por tanto, lo normal es que el organismo se prepare para reaccionar ante una situación de peligro, y lo anormal sería no sentir miedo ante un estímulo provocador.
Así, podemos incluirlo entre los trastornos emocionales y de conducta en niños cuando las respuestas son desproporcionadas con las situaciones que las provoca. Dicho esto, los miedos infantiles más comunes son los siguientes:
- Innatos: estímulos muy intensos y novedosos, por ejemplo, la oscuridad.
- Aprendidos: pueden adquirirse y mantenerse hacia cualquier situación, persona, animal u objeto, por la asociación de estímulos con consecuencias desagradables. Por ejemplo: la bata blanca del médico que, en repetidas ocasiones, el niño ha asociado con el dolor que sentía (por su proximidad espaciotemporal). Dicha bata incluso puede llegar a convertirse en un objeto fóbico y sólo con verla (esa misma bata u otra parecida) sentir miedo.
Por otro lado, la observación de situaciones de miedo que otros niños o personas adultas están experimentando, es el otro procedimiento de aprendizaje de los miedos, por ejemplo: el niño observa cómo grita su padre ante la presencia de un insecto.
¿Cómo responder ante las conductas que ponen de manifiesto una emoción de miedo excesiva?
- Debemos observar si con sus comportamientos miedosos obtiene el niño algún beneficio (por ejemplo: por su temor a la oscuridad consigue dormir con sus padres), y debemos retirar gradualmente el beneficio y reforzarlo en ausencia del temor.
- El escapar o evitar los estímulos evocadores del miedo, no solo no quita el miedo, sino que lo refuerza. Hay que enfrentarse a la situación de forma gradual, por ejemplo, si el niño tiene miedo a la oscuridad, podemos crear un ambiente de semioscuridad gradual y, al mismo tiempo, leerle un cuento o darle un masaje relajante y, a lo largo de unos días, ir aumentando el nivel de oscuridad, mientras poco a poco vamos dejando de leerle el cuento o el masaje. Pero, no hay que decirles: “no pasa nada”, puesto que para ellos sí pasa, están teniendo miedo, hay que validar la emoción. Es mejor tranquilizarles y ayudarles a diferenciar fantasía de realidad.
- Presentarles modelos de valor. Los adultos transmiten ese modelo en el que se enfrentan al miedo y es el mejor antídoto que pueden recibir los niños.
- No ponerles nunca en ridículo por tener miedo, respetar la emoción y no obligar a que se enfrente de forma brusca al estímulo temido.
- Asociar a la situación de miedo la incompatibilidad: manteniendo la calma y usando estrategias que sabemos pueden calmar al niño, como hablar con un tono de voz tranquila, estar cerca corporalmente…
Trastornos emocionales y de conducta en niños por separación o pérdida
Este tipo de trastornos emocionales y de conducta en niños dependen, en gran medida, de la situación en la que se produce la separación, con quién y en qué lugar se queda el niño, su edad, etc.
En el caso de que el niño pierda o sea separado de sus padres o figuras de apego, puede mostrar numerosas conductas de búsqueda y llamada: llantos fuertes, intentos de huida; también se puede manifestar su ansiedad en conductas regresivas (succión del pulgar, descontrol de esfínteres, etc.), temores nocturnos, vómitos, temblores, rechazo de la comida, etc.
Si la separación se prolonga, el niño acaba adaptándose a la nueva situación, supera la ansiedad infantil y restablece nuevos vínculos afectivos cuando, quienes le cuidan, le ofrecen afecto y conductas adecuadas.
Trastorno de ansiedad por separación en niños mayores de 6 años
A partir de los 6 años la ansiedad por separación se caracteriza por un miedo excesivo e inapropiado para el nivel de desarrollo del niño, concerniente a la separación de aquellas personas por las que siente apego. En estos casos el niño puede:
- Sentir un malestar excesivo por una posible pérdida
- Mostrar resistencia a estar solo sin las figuras de apego
- Tener pesadillas
- Experimentar rechazo a salir de casa o ir a la escuela por miedo a la separación
Trastornos de conducta en los niños
Trastorno negativista desafiante
Cuando observamos enfado e irritabilidad, así como discusiones y una actitud desafiante de forma persistente casi todos los días, con una persona que no sea un hermano. Algunas conductas problemáticas serían:
- Discute a menudo
- Desafía a los padres
- Pierde la calma con facilitad
- Molesta a los demás deliberadamente
¿Qué hacer si detectamos estos trastornos emocionales y de conducta en nuestros hijos?
Ser consciente de que los niños no entienden el mundo como un adulto, sino desde su perspectiva de niño. Hay que tratar de entenderle desde su punto de vista e intentar averiguar en qué momentos sucede, y si consigue algo con estas respuestas.
Pero, si estas manifestaciones se repiten en el tiempo, y se aprecia que no reacciona, es recomendable acudir a consulta psicológica.
Rivalidad hacia los hermanos
El niño, cuando nace un hermano, toma conciencia del cambio significativo que produce este hecho y todo lo que conlleva.
En el niño pueden aumentar las reacciones negativas, aparecer sentimientos y conductas de celos hacia el hermano, así como manifestar otros síntomas para protestar por la nueva situación: comportamientos agresivos, rechazo a la comida o a la escuela, vómitos…
Las conductas hacia el nuevo hermano son con frecuencia ambivalentes de aceptación-rechazo, y por su parte los padres a veces dedican menos atenciones al primogénito, que es lo que más puede provocar los celos.
¿Qué podemos hacer los padres ante los cambios emocionales cuando nace un nuevo hermano?
Entender sus sentimientos de rivalidad, no castigarle por estas emociones nuevas y hacerle partícipe de muchas actividades, como aquellas referentes al cuidado del hermano/a en las que pueda colaborar.
Hasta aquí el artículo de hoy sobre trastornos emocionales y de conducta en niños. Puedes obtener más información en nuestro blog, y si consideras que necesitas ayuda puedes contactarnos en info@activital.es.

Joan Rullan Pou
Psicólogo experto en Terapias Contextuales. Apasionado del desarrollo científico en Psicología. Si te sientes identificado con nuestros artículos, no dudes en contactarnos.